La ruta que une Sierras Chicas con Punilla posee varios sitios de interés turístico. Desde bosques hasta cascadas y ollas. El paraje La Estancita, la iglesia de La Candelaria y la estancia El Silencio son algunos de ellos.
El Camino del Cuadrado siempre tuvo un particular encanto turístico desde su construcción a comienzos del siglo pasado. Más allá de la polémica obra de pavimentación, se intenta potenciar un sector que empieza a crecer en materia de servicios turísticos, muchos desconocidos por quienes lo transitan directamente para vincular Sierras Chicas con Punilla en poco más de 50 minutos.En sus calles laterales existen distintos atractivos dignos de conocerse. El trayecto serrano se inicia desde el camino de El Caracol que termina en Río Ceballos, y donde todos los años en febrero se realiza el campeonato Argentino de karting a rulemanes.El poblado más cercano es Villa Los Altos. Descendiendo hacia la derecha por calles de tierra se pueden observar viejas casonas de arquitectura aria (los arios fueron los primeros habitantes del sector). Allí se ofrecen actividades en piletas y alojamiento en dos hoteles y el río que termina en Salsipuedes por una costanera de frondosa vegetación.Otra vez en el camino, hay nuevos paradores y puestos de artesanías.Hacia a Valle Hermoso, antes del cruce con La Estancita, hay un singular faro construido por el artista plástico Manuel Barboza, quien también abre su atelier para que se puedan contemplar sus obras, especialmente colecciones de la Virgen de Guadalupe.Más adelante, en el puesto de la Policía Caminera, se presenta una bifurcación de caminos: por la izquierda se llega al dique La Quebrada, a través del barrio Colanchanga; allí se puede contratar alojamiento en cabañas, cabalgatas guiadas, concurrir a un criadero de truchas y llegar a la cascada de Los Cóndores. Por la derecha de esa bifurcación, se llega al paraje La Estancita, con la cascada del Salto, de 14 metros y una olla para bañarse.También está la iglesia de La Candelaria, con un antiguo convento, y un Vía Crucis que asciende por un sendero que muestra la inmensidad de un paisaje retratado en la obra Las cuatro estaciones, del pintor José Malanca, quien vivió en el lugar durante sus últimos años. Ahí hay también un importante albergue, a metros de la cascada.Continuando por el camino también se puede visitar la estancia El Silencio, a 10 kilómetros de La Falda, un antiguo casco que ofrece hospedaje rural, y también actividades recreativas como trekking, cabalgatas, pileta, puntos de observación y avistaje, además de una cordial atención campera.Allí no hay red de tendido eléctrico, por lo que se mantiene el viejo sistema de iluminación con faroles a querosén y velas, que dan un encanto especial a la contemplación del cielo por las noches.Por otra parte, el viejo tramo del camino que desemboca en la avenida Edén, en La Falda, se encuentra intransitable.
*Corresponsalía
El texto original de este artículo fue publicado el 28/01/2017 en nuestra edición impresa. Ingrese a la edición digital para leerlo igual que en el papel.